La cultura organizacional no se define por discursos inspiradores, sino por lo que sucede cada día: cómo se toman decisiones, cómo se reconocen los logros, cómo se acompaña a las personas en los momentos importantes y qué rituales se convierten en parte de la vida laboral.

Un artículo reciente de Harvard Business Review plantea que la cultura se transforma de manera efectiva cuando se fortalecen los sistemas que la sostienen (To Change Company Culture, Focus on Systems—Not Communication, HBR, 2025).

Los sistemas son los mecanismos invisibles que moldean la experiencia laboral y que, al repetirse, definen cómo se vive la cultura:

• Decisiones: quién participa, qué criterios pesan más y cómo se trazan las prioridades.
• Reconocimiento y recompensas: qué se celebra y cómo se agradece el aporte de cada persona.
• Rituales y prácticas cotidianas: los hábitos que se repiten, como los espacios de feedback, las reuniones de equipo, los momentos de esparcimiento —idealmente en contacto con la naturaleza— que fortalecen el bienestar integral.

Cuando estos sistemas están alineados con los valores y la visión de la empresa, la cultura se vuelve coherente, sostenible y poderosa.

Simon Sinek lo resume con claridad: “Los clientes nunca amarán a una empresa hasta que los empleados la amen primero.” La coherencia entre el SER y el HACER se construye en sistemas que cuidan, reconocen y potencian a las personas.

Incluso el movimiento de Conscious Capitalism insiste en que el propósito cobra sentido real cuando se traduce en prácticas concretas que fortalecen a todos los stakeholders.

En María Reina Consultores entendemos la cultura como un reflejo del SER y el HACER en acción. Por eso, ayudamos a las organizaciones a alinear equipos, descubrir fortalezas individuales y ponerlas al servicio de un beneficio colectivo.

Somos el aliado estratégico para construir equipos sólidos, coherentes y sostenibles, trabajando siempre del SER para el HACER y ofreciendo también espacios naturales que alinean y generan bienestar holístico.

Con cariño,
María Reina