Para poder vivir la vida disfrutando de cada instante, debemos apagar el radio interior
– dice Tich Naht Hanh, monje zen vietnamita.
La atención a nuestras reacciones, a la relación con la alteridad y a nuestra forma inconsciente de actuar, es la propuesta alternativa a la vida en medio de la turbulencia del mundo en cualquiera de sus aristas: Social, económica, espiritual y ambiental.
El subconsciente nos domina y nos hace victimas de nuestras emociones, creencias y percepciones, positivas o negativas, depende de cada ser y de su forma de ver y sentir al mundo, al entorno, a los demás, si somos optimistas o pesimistas.
El optimista por naturaleza lo abruman las expectativas; al pesimista, sus miedos.
Pensar en el pasado es recordar; el futuro invita a la ansiedad.
La única verdad es el presente, es el instante, es el lugar donde nuestro SER se conecta, es su esencia, es auténtico.
La serenidad que acompaña a la respiración profunda y a la conexión con la Divinidad, en la meditación contemplativa, es la receta para dominar a ese león que existe pero que no es real. Ese león es la imagen del pasado y del futuro, bien diferente quizás al presente.
Cuando damos espacios a esos instantes y nuestra atención está en su máxima expresión, el resultado es una infinita bondad y un sentimiento de gratitud por ser seres únicos en el Universo, cualquiera que sea nuestra realidad.
Esta acción de la atención, que ha dado tanto para hablar en oriente, y en occidente con diversos nombres y adjetivos desde “el aquí y el ahora”, el mindfulness, la meditación, no es otra cosa que el silencio para actuar, es el pensar antes de actuar, es la reflexión a la acción. El silencio se convierte en el vehículo para comprender quiénes somos y la razón de nuestra existencia, tan necesario para trabajar los miedos, las angustias, las ansiedades y lo más importante las expectativas, causa directa de nuestro estado de ánimo y bien- estar. Incorrectamente algunos lo llaman felicidad.
Es el “Kairos”, definido por los antiguos griegos como el estado correcto, y el momento consciente para actuar. Es la conciencia en su máxima expresión y que necesita el SER para tomar la rienda de la vida y no permitir que el subconsciente sea el dueño de la mente y de la conciencia.
Ya hay autores que hablan del Kairos Zen, yo hablo del KAIROS-SER, o del Ser – Kairos, aunque disfruto, aprendo y comparto mucho la filosofía ZEN.
Sin importar su nombre o la corriente que sigamos, la reflexión es la práctica del silencio y la búsqueda de la autenticidad, el ser uno mismo para estar bien, pare el BIEN-ESTAR, para actuar conscientemente y en coherencia con nuestro propósito de vida.
Para innovar, para crear, para lograr ser la mejor versión de Nosotros mismos, necesitamos esa práctica silenciosa y meditativa que trasciende y nos conecta con la vida misma, con la Divinidad, con la naturaleza, con nuestra mente y corazón.
Sólo en este estado Kairos, de contemplación y de dialogó con uno mismo y con Dios, ejercemos el desapego y alcanzamos ese nivel de libertad productos de ser auténticos. Es allí donde empieza la transformación real de uno mismo y considero es la vivencia fundamental del “Del SER para el HACER”.
Maria Reina “Del SER para el HACER”
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