Dice la Palabra de Dios, en Génesis. 1 26 «hagamos al ser humano a imagen y semejanza»… Con este principio de vida todos los individuos somos criaturas divinas, creados de la mano de DIOS. Nos dio la libertad para elegir y ser protagonistas de nuestra vida… Para hacer el bien, construir y liderar en beneficio de otros.
Somos lo que pensamos y al expresar ese pensamiento, a través de las palabras, manifestamos lo que hay en nuestro corazón… Debemos evitar hablar en vano, como dice Jeremías 15‘ 19. Las palabras tienen magia… y poder… Son de bendición o no.
El líder armoniza sus palabras cuando conduce a otro… Miguel Ruiz, en su libro los cuatro acuerdos… Dice «ser implacable con las palabras». Podemos transmitir felicidad o infelicidad y más cuando nuestra expresión la escuchan varios…
William Shakespeare también nos aconseja cuando en HAMLET, Polonio ve a su hijo: da a todo hombre tu oído pero a pocos tu voz.
Como líderes podemos crear sabiduría, de la mano de Dios por supuesto y crear genialidad… Cuando somos cautos y cuidadosos con nuestras palabras de dirección.
Eso no significa que aumentamos las alabanzas… No es simplemente… La manera que decimos las cosas… De lo que hablamos…
Ejercer el poder transformador exige disciplina aún en el modo de expresión. Somos constructores de un nuevo mundo, de una generación que pide más verdad, pero que a sí mismo está más a la defensiva, y más enterado de su entorno.
Los líderes no pueden tampoco, ser blandos,.. Más bien asertivo. Obtienen lo mejor de otros. Acceden al talento para multiplicarlo… Hacer sentir a los demás que brillan es más importante que brillar uno mismo… Se requiere humildad… Quizás a mí me falta pero camino en esa vía…
El individuo tiene más capacidad de lo que es consiente…. Sólo necesita de motivadores, o bien de un líder que lo dirige o bien de un entorno de positivismo y creatividad.
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