Sexo, edad, idioma, religión, cultura, etnia: todas estas son características diferenciales que hoy en día convergen en una misma empresa. ¿Cómo integrarlas y potencializarlas para formar una fuerza laboral productiva? María Reina, coach y consultora con MBA en Transformación y construcción de equipos y de cultura, responde algunas preguntas clave para entender el concepto de gestión de la diversidad.
¿Qué es?
Se refiere a las políticas que una compañía debe promover para garantizar la inclusión, cuando existen diferencias de género, etnia, edad, religión, cultura y creencias. Mediante el desarrollo de un proceso de aceptación y la utilización de esas diferencias como potencial en la organización, se genera un valor agregado; algunos incluso catalogan la diferencia como ‘una ventaja competitiva’.
¿Por qué es tan importante?
El mundo de hoy exige más que nunca talento diferencial. Es indispensable contar con diversidad de criterio y de opinión. Las compañías que están planteando nuevos modelos de negocios, se preocupan por promover pensamientos distintivos que impulsen la innovación y la creación de una promesa de valor original en un mercado tan competitivo.
En Colombia, ¿qué hay en términos de gestión de la diversidad?
Aunque en Europa y Estados Unidos existen manuales empresariales y sindicatos enfocados en la gestión de la diversidad, en Colombia apenas se está considerando el tema. Algunos grupos con presencia en el exterior, que responden a índices internacionales de sostenibilidad y pertenecen a Pactos Globales, tienen una política de inclusión definida.
¿Cómo pueden implementarla las empresas?
El mundo actual demanda un pensamiento lateral y estratégico que va en contravía de la exclusión. Existe un concepto al que se le denomina ‘liderazgo de la inclusión’, que los encargados de la gerencia de una empresa deben desarrollar para garantizar la inclusión en su organización. Este consiste en el potenciamiento de cuatro habilidades:
- Empoderamiento: es decir, dejar hacer.
- Responsabilidad: mostrar confianza permitiéndoles a los colaboradores hacerse cargo de sus retos.
- Coraje: dejar de lado los intereses personales para lograr lo que se necesita hacer, actuando con convicción y asumiendo riesgos.
- Humildad: admitir errores, aprender de la crítica, reconociendo y buscando contribuciones de los demás para superar las propias limitaciones.
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