A veces nos preguntamos por qué hay personas que lo logran y otras, quienes, a pesar de los esfuerzos, no logran sus objetivos. Todo tiene que ver con la comunicación efectiva y ésta depende de nuestro ser, de nuestro carácter, de nuestra consciencia de quienes somos en realidad. Como lo planteaba Hipócrates, padre de la medicina, cada uno de los seres humanos identifica las características de los elementos del Universo: el fuego, el aire, la tierra y el agua, cada uno con unas variables muy peculiares que definen 4 estilos base de personalidad y de comportamiento, que se denominan dentro de un marco de referencia, autor o escuela en, sanguíneo, colérico, flemático y melancólico y/o se clasifican con un color, rojo, verde, amarillo y azul.
Es esta la base de varias de las metodologías métricas sobre el ser y más allá de su uso y fuente, dan insumos valiosos sobre los diferentes estilos de personalidad de los seres humanos que impactan el estilo de comunicación, habilidad Maestra dentro de todas las habilidades.
De acuerdo a la metodología Birkman [1], los rojos y los verdes tienden a ser extrovertidos y por ello la comunicación es más directa [2] los amarillos y los azules pueden ser más introvertidos y por ello su comunicación es más reflexiva, pausada, flemática.
Todo empieza por lo que somos, nuestra consciencia de ello para responder a nosotros mismos y al mundo y el estilo de comunicación, las palabras, dependen y derivan de esa esencia humana. Las palabras abren puertas o las cierran; Las palabras iluminan o destruyen; las palabras conducen o confunden.
En un estado de estrés, de aceleramiento si no hay conciencia de lo que somos, cualquier estilo de comunicación puede hacer daño: los rojos y verdes pueden gritar y reflejan en su palabra, la impaciencia; los azules y amarillos, son flemáticos, sensibles y cuestionadores incansables o silenciosos de genio.
“Las palabras son y han sido la fuerza creadora del universo” [3]. Las palabras tienen un inmenso poder y ahora en la virtualidad, dicho poder se incrementa a una alta potencia».
Una buena comunicación genera empatía, influencia, colaboración, y resultados. Se le llama la destreza mayor por su impacto en cualquier tipo de relación. En los equipos de trabajo, ésta, como el manejo de autoridad son las variables que más afectan al mismo para un buen desempeño.
Cuando comprendemos que cada persona tiene un filtro único para emitir y recibir mensajes diferente al nuestro y que el mismo depende de su esencia, de su mapa mental y programación y aceptamos la diversidad con inteligencia y asertividad, en especial con conciencia y permanencia del momento presente, avanzamos en el libro de nuestro de ser, de la vida y del universo. Construimos relaciones de valor y co-creamos en la dificultad, con éxito.
La experiencia con tantos grupos de trabajo nos muestra que la comunicación tan directa y sin filtro, duele y puede hacer daño. Igualmente, un silencio, sin expresión y rabia interna, enferma. La sinceridad es grandiosa cuando se combina con la diplomacia y prudencia.
La invitación desde María Reina Consultores “del ser para el hacer” es en primer lugar conocer nuestra esencia, aquel elemento del Universo que nos marca que nos hace únicos y así mismo entender, no sólo la diversidad en los otros sino también que el estar presentes y a conciencia nos permite recibir, sin prevención y recelo, las palabras de otros, quienes se expresan de acuerdo a su filtro y a su ser.
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[1] Fundamento de la Metodología del Ser para el Hacer de María Reina Consultores.
[2] No significa más sincera.
[3] Stephen Covey.
Transformación individual vs Transformación en la organización
*5to artículo de una serie de 5 *
No quise terminar esta serie de artículos sobre transformación organizacional versus transformación individual, sin mencionar la importancia del “sentido de pertenencia” de los individuos por su empresa, entendido éste, como ese sentimiento de propiedad que albergan algunos empleados y que hacen y logran que las cosas sucedan con trascendencia.
Nuestro sentir es que cuando los colaboradores independientemente de su rol reconocen que para su éxito particular es necesario remar y avanzar para el objetivo mayor y bien colectivo, las empresas logran sus resultados, los cuales repercuten y afectan positivamente los resultados individuales.
El profesor Kofman nos dice “en un contexto grupal u organizacional, el objetivo que el equipo persigue es ganar. En consecuencia, el objetivo de cada colaborador es ayudar al equipo a ganar. Cada colaborador deberá subordinar su propio objetivo al objetivo del equipo para poder ganar”.
Es fácil proceder en esa dirección cuando existe el sentido de propiedad y amor por el fin colectivo. Es fácil proceder en esa dirección cuando nos alineamos al propósito organizacional y entregamos “lo mejor de nosotros mismos”.
Este sentimiento de propiedad es un requisito fundamental para la transformación organizacional porque involucra y permite la co-creación; porque desafía y genera un esfuerzo único que deriva en la abundancia colectiva y finalmente en la individual.
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