Para hablar de productividad es necesario entender lo que significa este término en latín: “la cualidad de poder llevar a cabo algo de manera eficiente en un tiempo dado”, definición que emana una situación aparentemente fácil de lograr.
Sin embargo, la historia y las experiencias empresariales muestran lo difícil que es cumplir con las metas esperadas y que está definido como resultados / insumos.
Es evidente también que el recurso humano es parte de ese denominador. No obstante, la relación no es la indicada ya que el concepto no puede ser meramente un insumo de la ecuación, sino una consideración que afecta tanto el denominador y el numerador y esto tiene que ver con la esencia del ser.
En el siglo XV, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel de pintar la Capilla Sixtina.
Pero él se rehusó, entre otras razones, porque no se sentía con la suficiente sensibilidad para conectar espiritualmente con Dios. El Papa no desistió de su idea así que, para motivarlo, le mencionó que tendría libertad absoluta para hacer la obra a su imagen y semejanza.
Esta decisión incentivó a Miguel Ángel a aceptar el encargo y lo llevó a sacar todas sus capacidades y talentos, que quedaron evidentes en el resultado que todos conocemos.
Pero Miguel Ángel no utilizó ninguna tecnología, ni un tablero scrum.
Él mantuvo su estado de flujo, entendió el vivir acorde con su propósito, lo alineó a los objetivos de la organización, y simplemente se enfocó en sacar en solo cuatro años una obra maestra.
Para lograr la productividad requerida en pleno siglo XXI, los individuos deben transformarse y vivir en su mejor estado de flujo. De igual forma las organizaciones deben hacer exponencial la transformación de los individuos, gestionando una serie de acciones que van más allá de la excelencia operacional, en la cual la esencia misma del ser es lo fundamental; y entre los individuos con la organización, se da un modelo de conciencia basado en valores y virtudes, el cual permitiría —por una parte— lograr lo mejor de cada individuo y alinear los equipos al objetivo propuesto, temas que derivan en el anhelo de las empresas: la productividad
Corresponde a los líderes de las Organizaciones desarrollar e inspirar los mecanismos para la transformación de la conciencia de los individuos. Esto se refuerza a través del ejemplo: aprovechar cada día para ser la mejor versión de nosotros mismos.
El Management 3.0 hoy se presenta como una alternativa para solucionar los temas de productividad, al considerar el bienestar de las personas como un elemento fundamental.
Esta metodología, que resalta el valor de las personas como único elemento que genera valor en el negocio, plantea un modelo de liderazgo pleno en las compañías, estimula el balance de vida de los funcionarios, las prácticas ágiles de gestión y el manejo de proyectos scrum, en los que los factores comunes precisamente son la alineación total entre trabajadores y empresa, la claridad de los objetivos y la unidad de propósito.
Este es un modelo que valora lo humano y la esencia del ser, elemento que hacía falta en los modelos anteriores de productividad.
La propuesta para las compañías es, por una parte, transformar la cultura con un marco de valores y virtudes para sus empleados, de manera que se alcancen umbrales de conciencia superiores que derivan en la excelencia del resultado y la mejor utilización de los recursos: y por la otra, trabajar como parte de esta singularidad organizacional en tres pilares: agilidad emocional, agilidad en el aprendizaje y agilidad en el liderazgo.
Fuente: Revista Capital Humano
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