El cociente intelectual, tan importante hace unos años, al menos cuando yo hacia mi bachillerato, para proyectar el éxito de los individuos, demostró que no es suficiente, ni mucho menos predictivo del futuro de un individuo.
La inteligencia emocional hacía parte de la ecuación y hoy, se afirma, sin duda alguna que la gestión de dichas emociones, o agilidad emocional, es fundamental en el logro de los objetivos, en el cumplimiento de la visión y por ende en el triunfo en el trabajo y la vida de un individuo.
Es interesante recordar que el término de las habilidades afectivas como integrante de la inteligencia, se le atribuye a David Wechsler, psicólogo rumano-estadounidense, quien particularmente desarrollo una escala para apoyar a los niños en 1940.
Posteriormente y luego del uso tan marcado de la medición del IQ, coeficiente intelectual y de la creencia de una inteligencia única, aparece Howard Gadner con su teoría y sabiduría de las múltiples inteligencias, apoyado por la Universidad de Harvard en 1983. Son Peter Salovney, John Meyer y Carusso, en el año 1990 quienes introducen el concepto de Inteligencia emocional que Daniel Goleman desarrolla profundamente en 1995 e interesa tanto a la sociedad por su correlación con el bien-estar, con la felicidad y particularmente con el éxito en la vida de los seres humanos.
Goleman, desarrolla el concepto de IE con amplitud, y escribe además de su libro de IE en las empresas tan utilizado en los programas de MBA de la época (mi caso), el del liderazgo esencial con un colega Richard Boyatzis. Se genera a partir de IE, coeficientes de medición y una serie de trabajos neurocientíficos para analizar las zonas del cerebro determinantes para las competencias de la inteligencia emocional y social. Se imagina usted que Dali, Walt Disney, Picasso, y muchos otros, no hubieran seguido su intuición, de su perfil emocional.
Con la nueva forma de hacer negocios, a partir de la pandemia, la economía COLABORATIVA, las empresas necesitan un recurso humano que esté preparado técnicamente, y que también, abrace el cambio, sea resiliente, adaptable, empático, y por supuesto que controle el estrés, habilidades blandas que se relacionan directamente con la parte emocional de los seres humanos.
Como dice, Susan David, “las personas emocionalmente ágiles son dinámicas”, y tanto para ella, como para otros autores y para María Reina Consultores, que mide a través del coeficiente Eqi, esa sabiduría emocional, quienes saben gestionar sus emociones[1]– no significa control-, tienen éxito en su vida laboral y personal.
Los estadistas mencionan que el coeficiente emocional es responsable en un 65% de nuestro éxito teniendo en cuenta que el 80% de nuestras decisiones es emocional. Las grandes empresas reclutadoras en el mundo valoran y evalúan con ojo crítico las habilidades “duras” o técnicas muy relacionadas con el mindset digital. Sin embargo, hoy les dan mayor peso a esas “habilidades blandas” que son precisamente las que se derivan de la gestión emocional.
Todas esas destrezas como la gestión del tiempo, del stress, la concentración, la empatía y la capacidad de hacer relaciones, de comunicar, aún de liderar, son habilidades blandas, resultado del carácter, la disciplina y estructura que nos marca nuestro ADN y desarrollo de la infancia, son fundamentales en la proyección de cualquier individuo en un rol, cualquiera que sea y más aún en los cargos de dirección.
Un estudio de Bloomberg mostró recientemente que el 40% de las empresas, consideran que los empleados recién graduados carecen de las habilidades blandas necesarias para tener éxito en el trabajo, refiriéndose a la inteligencia emocional, el razonamiento complejo y la negociación y la persuasión.
[2] Siguiendo el BIRKMAN insumo esencial de nuestra metodología” del ser para el hacer “, sabemos que las personas que se ubican en el lado derecho de la cuadrícula, cerebro emocional, tienen un potencial para aquellas habilidades blandas que surgen de la comunicación ( verde) y de la creatividad ( Azul ).
Estos individuos serán seguramente mas emocionales a que quienes se ubican en el lado izquierdo de la cuadrícula – cerebro racional – y quienes presentan habilidades blandas, seguramente fortalezas: el control, la disciplina, la concentración y la ejecución.
Ninguno es mejor que otro- Lo importante es reconocer aquellas habilidades y ser consciente qué como seres humanos, cada habilidad es un potencial de fortaleza, si a partir de su conocimiento, las reconocemos, las gestionamos y las desarrollamos para ser la mejor versión de cada uno. [3]
La buena noticia es que podemos ayudarlos con el BIRKMAN y con la medición del El EQ-i2.0, para desarrollar la agilidad emocional, base de las competencias blandas, entendiendo:
- Auto-Percepción comprensión de las emociones
- Auto-Expresión expresión de esas emociones
- Interpersonal-gestión de las relaciones humanas
- Toma de Decisiones
- Manejo de Estrés- Enfrentarse a retos
- Indicador de felicidad y bien-estar.
Con cariño,
María Reina
[1] EQI , coeficiente desarrollado por MHS y medido con autorización por nuestra Firma, luego de un proceso de certificación y experiencia.
[2] Bloomberg, Soft skills 2018.
[3] La IE, es un elemento fundamental de la medición del Ser para el Hacer en la metodología de MRC.
0 comentarios