En muchos países septiembre marca el paso de la primavera al otoño: un tiempo de transición, de cosecha y preparación para lo nuevo. En la vida y en las organizaciones también estamos permanentemente atravesando transiciones. Algunas las buscamos, otras llegan sin esperarlo; todas tienen algo en común: revelan quiénes somos y ponen a prueba cómo actuamos.
El cambio es una oportunidad para crecer. Según McKinsey, cerca del 70% de los procesos de transformación organizacional fracasan cuando identidad, cultura y ejecución avanzan en direcciones distintas. En lo personal ocurre algo similar: al asumir un nuevo rol o responsabilidad, la transición cobra sentido cuando logramos integrar nuestras motivaciones profundas con las nuevas exigencias. Ese es el núcleo del SER para el HACER: conectar lo que nos inspira con lo que hacemos para que cada transición se convierta en semilla de transformación.
Estas transiciones requieren acompañamiento consciente. Harvard Business Review recuerda que los líderes que sostienen la emoción de sus equipos durante el cambio generan mayor confianza y compromiso. Y como afirma Gartner, Inc.: “Los equipos con líderes conscientes del factor humano son hasta un 50% más resilientes frente a la disrupción”. En lo personal, acompañar un cambio significa validar emociones, reconocer fortalezas y abrir perspectivas. En lo organizacional, implica leer la cultura, gestionar el clima emocional y dar coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
En María Reina Consultores entendemos las transiciones como semillas de transformación. Acompañamos a personas y organizaciones a atravesarlas con herramientas como el Birkman Method, metodologías de coaching estratégico y espacios en la naturaleza que inspiran conexión y claridad. Creemos que cada transición es un puente que, bien recorrido, permite construir culturas coherentes, líderes más humanos y equipos más conscientes.
El poeta René Char lo expresó con claridad: “El tiempo se ha convertido en un aliado paradójico: en lugar de matarnos, nos lleva; es el vector de la angustia y la alegría, mitad huerto, mitad desierto”. Cada transición combina incertidumbre y posibilidad. En MRC creemos que acompañarlas con conciencia permite que la balanza se incline hacia el huerto: hacia la cosecha de aprendizajes y la siembra de futuros más sólidos, coherentes y sostenibles.
Con cariño,
María
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