Es trabajar para vivir y no lo contrario, es respirar antes de hablar y pensar antes de actuar, promover una cultura justa, abierta y donde se promueve la diversidad.
Es trascender en todo lo que hacemos y vivir en coherencia entre lo que hacemos y predicamos.
Es una realidad que la inteligencia artificial está transformando la forma en que las empresas gestionan sus tareas y su agenda diaria en busca de la mejora de eficiencia y la productividad. Es evidente también que este cambio de juego acelera la dirección de recursos a plataformas digitales, al mayor uso de la nube, a transformar la forma de trabajar, comunicar y colaborar. Ya no es sorpresa para nadie dirigirse a un chatbot, no encontrar interacción humana en las líneas de atención de un aeropuerto, un supermercado, o el manejo de negocios a través de un simple aplicación de teléfono. La pregunta que surge al respecto y dado el avance de la IA -que entiende tu voz y tu ritmo cardiaco- es si los robots llegarán a tener emociones, a tener conciencia, a ser.
Toda esta carrera contra el tiempo, necesaria para el desarrollo y avance económico de las industrias y del mundo, está generando una sociedad sin límites y sin conciencia de lo que se hace. ¿Será que el avance de tecnología nos vuelve insensibles y nuestra conciencia se paraliza o se robotiza? Espero que no.
Como líderes, la responsabilidad es fortalecer los ambientes de trabajo en unos más humanos, generando esas experiencias que piden las tendencias de capital humano para el año presente.
Requerimos de más humanización y más conciencia para lograr esa singularidad axiológica, para alcanzar lo que Aristóteles denomina ‘la vida buena’ en un mundo que nos exige volvernos digitales. También es un tema ético que trasciende el simple bien-estar de los empleados y no se soluciona con spas, yoga, meditación o espiritualidad; los cuales son importantes, pero paliativos a la realidad.
¿Cómo se equilibran estas dos corrientes? ¿Cómo se están transformando las compañías? ¿Cómo se logra generar esta conciencia de responsabilidad humana?
Solo cuando se trabajan las virtudes (valores activos como la compasión, la humildad, la empatía, la honestidad) en una sociedad y las empresas se transforman practicando la combinación del kairos (el hacer con conciencia) con el ser se logrará atender estas dos corrientes (inteligencia artificial y humanización).
Son esos espacios de meditación contemplativa en la agenda diaria, dejar el celular y las reuniones cada hora, tener espacios de reflexión, tener conciencia de la comunicación y la colaboración, soltar los egos y no abusar del poder, ser auténticos y vivir con un propósito.
Es trabajar para vivir y no lo contrario, es respirar antes de hablar y pensar antes de actuar, promover una cultura justa, abierta y donde se promueve la diversidad. Es trascender en todo lo que hacemos y vivir en coherencia entre lo que hacemos y predicamos. Es servir a la sociedad más allá de los beneficios económicos.
Me uno entonces, al pensamiento de Kaku cuando expresa que la inteligencia artificial debe ser una especie de matrimonio con el cerebro humano, para que algún día la tecnología haga posible que los humanos se vuelvan más inteligentes, trascendiendo los límites, pero nunca su condición humana.
María Reina, gerente MR María Reina Consultores
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